Todos nos ponemos un precio
Noto constantemente como hay un número colgando de la cabeza de cada quién,
Algunos son merecidos, otros muchos son castigados pero nunca son justos.
Pues, ¿Cuánto puede valer una vida?
¿Una coca de vidrio y pizzas en viernes?
¿O un alba abrasadora en el fresco mañanero que es interrumpido por el tráfico avanzando
lentamente mientras las ojeras me acarician las rodillas?
¿Cuántos números imaginarios son equivalentes a los atardeceres qué nunca pude ni podré
conocer... en persona?
¿Cuántas llamadas y hojas de Excel van a devolverme mis años de juventud?
La plena, donde tengo todo el tiempo y energía del mundo
Porque soy joven
Pero en un segundo se puede hacer tarde.
¿Cuántos "recibido, buenos días, muchas gracias y saludos" se deben teclear?
Para sentir el viento frío y el sol eterno quemando la piel
Piel firme y bronceada, sin necesidad de tanto skincare porque soy joven
Y el sol me devuelve la mirada aunque estoy resguardada en la más triste sombra,
y yo le regreso al viento los suspiros atrapados en mi pecho
con la esperanza de que puedan escapar por la ventana
como yo quisiera hacerlo.
Porque soy joven,
Pero en un segundo ya se me hizo tarde.
Eres una foto
Eres una foto en el espejo
que me da coraje que no se desvanezca,
incluso si ya no se quema con mi mirada.
Eres una foto en el espejo
porque es la única manera en la que puedo verte
y tener una compasión discreta,
porque dentro de una foto no la puedes cagar
con tus comentarios pasivo agresivos.
A pesar de que sigues vivo te veo más en fotos de tinte agridulce,
poco más amargo que dulce,
y no sé cómo sentirme al respecto.
Por que hay una parte de ti que extraño y no estoy del todo segura de si existió realmente
o me la inventé para no odiarte tanto
porque tu sangre no va a dejar de correr por mis venas.
Creo que eso durará más que la foto amarilla del espejo en mi cuarto.
Te odio y te extraño por eso.
Eres la foto en el espejo,
Que me vio llegar cansada
Y no supo qué hacer cuando me desarmaba en lágrimas,
a las fotos no les enseñan otra cosa más que ser un símbolo.
Una vez impresa se dedican a agarrar polvo en el espejo,
en el espejo de mi tocador, mi tocador empolvado
donde se guarda ropa, maquillaje y personalidad
pero abajo del espejo decorado con flores,
acompañado de botellas y tu foto.
Pero solo tu foto.
Te odio y te extraño por eso.
No sabemos dónde estamos
Desperté
transparente,
me dormí
colorida.
¿A dónde se van los pedazos de alma que te arranca la vida? Quiero limpiar sus tumbas,
regar sus rosas marchitas. Quiero ver en ellas fechas ilusas, descompuestas, y deshacerme
del luto que cargo en mis hubiera. Para por fin poder vivir muy juntita al amanecer, y dejar
atrás la madrugada misteriosa bien conocida que se arrastra despojada del alba.
La pesadumbre de mis ojos se arrulla con el aire melodioso y en un paso no tan lejos del
parpadeo estoy a los pies de la rutina misma recordando mi lugar, volviendo a conocer mis
alrededores frescos, más allá de los monitores, los libros y el dinero.
¿En qué momento se acabó el invierno? ¿A dónde se fue? Se llevó una pierna, un brazo y un
poco de mis nueve vidas y no creo que me los vaya a devolver.
Tarde o temprano tendría que usar estos guantes y esta piel desnuda que pesa sobre el azul
ligero mientras promete ser fugaz en mi mente. El olor del momento me perseguirá frío de
pasillo a pasillo acechando las fosas nasales de mis sentidos y recuerdos, con balas de miedo
escondidas debajo de mis costillas. ¿Quién te crees para encerrarme entre dos puertas?
Melanie Pacheco Ramírez //